Jefa del Servicio de Inmunología del Hospital Universitario Ramón y Cajal

Luisa Villar: «Tenemos que conseguir terapias que ayuden a la neuroregeneración»

“Trabajamos con un biomarcador que permite que una de las terapias de alta eficacia se pueda administrar de forma más segura”

“Los investigadores tenemos que ser ambiciosos y pensar que algún día podremos conseguir remisiones de muy alta calidad o, incluso, que la enfermedad pueda curarse”

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Beatriz Muñoz

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El futuro es esperanzador para las más de 50.000 personas que padecen esclerosis múltiple en nuestro país. Actualmente se está investigando no sólo en terapias orales que controlen mejor la enfermedad y les proporcione privacidad, sino en biomarcadores que ayuden a identificar la mejor respuesta para cada tipo de paciente desde el inicio.

En centros pioneros como el Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid ya se utilizan estos biomarcadores personalizando así la mejor opción para cada paciente. La Dra. Luisa María Villar, jefa del Servicio de Inmunología del citado centro sanitario acaba de publicar en la revista de la Academia Americana de Neurología un nuevo biomarcador para identificar a aquellos pacientes tratados con Alemtuzumab que no tendrían riesgo de reacciones autoinmunes.

PREGUNTA.- ¿Qué aportan los biomarcadores al tratamiento de la esclerosis múltiple? 

RESPUESTA.- Los biomarcadores son muy importantes porque aunque tenemos actualmente 14 fármacos en el mercado y algunos que se lanzaran próximamente, no todos son válidos para todos los pacientes por eficacia y por efectos secundarios. Aunque uno tiende a usar las primeras líneas en pacientes que en su debut tienen formas que parecen menos graves de la enfermedad, bien es cierto que al principio uno no tiene muy claro cómo va a evolucionar el paciente y esto hace que a veces haya que hacer cambios en el tratamiento, pero acertar a la primera siempre es mucho mejor.

Se ha visto que los biomarcadores no lo son todo, pero junto con la clínica y la resonancia ayudan a controlar los efectos secundarios en aquellos pacientes que tienen más riesgo de padecerlos con según qué fármacos. En definitiva, ayudan a establecer el mejor binomio beneficio-riesgo.

P.- ¿Cómo los estáis aplicando en el Hospital Ramón y Cajal? 

R.- Trabajamos con distintos biomarcadores. Tenemos biomarcadores en líquido cefalorraquídeo que nos permiten establecer un diagnóstico precoz y un pronóstico de la enfermedad. También disponemos de biomarcadores en sangre como los neurofilamentos que nos ayudan a identificar a los pacientes más inflamatorios.

P.- ¿Qué nos puede decir sobre el biomarcador que acaba de publicar en la revista de la Academia Americana de Neurología?

R.- Se trata de un biomarcador que permite que una de las terapias de alta eficacia se pueda administrar de forma más segura. Identificamos a los pacientes que están en menos riesgo de tener otra patología autoinmune como efecto de un tratamiento. Son fármacos muy seguros y se administran durante tres infusiones al primer año y dos al inicio del segundo y muchos de ellos alcanzan periodos muy largos de ausencia de síntomas de la enfermedad. Si además podemos seleccionar a los que están en menor riesgo de tener efectos secundarios creemos que es importante para los pacientes.

P.- ¿Cuál es su visión sobre el futuro próximo del tratamiento de la esclerosis múltiple? 

P.- A dónde tenemos que ir es, en primer lugar, a optimizar los tratamientos que ya tenemos mediante el uso de biomarcadores que nos permitan aplicar lo que tenemos de la mejor forma posible. Tenemos que conseguir terapias que ayuden a la neuroregeneración y a la remilización. En el futuro conocer de verdad el origen de la enfermedad. Los investigadores tenemos que ser ambiciosos y pensar que algún día podremos conseguir remisiones de muy alta calidad o, incluso, que la enfermedad pueda curarse. Tratamos de estudiar el origen de la misma para que algún día haya tratamientos que puedan curarla y eso es muy importante.

Tenemos otras metas a corto plazo que es tratar lo mejor y antes posible, conseguir la neuroregeneración y, por supuesto, los nuevos tratamientos que vienen pronto podrían ser una solución para las formas progresivas. Aunque ya hay algunos tratamientos para las formas primariamente progresivas, hasta no tenemos ningún fármaco que vaya a modular es respuesta innata. Pensamos que las nuevas terapias van a rellenar ese hueco y a parar de formas más eficaz la progresión.

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